El 3 de enero de 2025, una turista española fue matada por un elefante cautivo mientras bañaba al animal en un llamado “santuario” de elefantes en Tailandia. Blanca Ojanguren García estaba lavando a la elefanta en el Centro de Cuidado de Elefantes de Koh Yao cuando fue empujada por el animal y se golpeó fatalmente la cabeza.
García, que era estudiante de Derecho y Relaciones Internacionales en la Universidad de Navarra, vivía en Taiwán como parte de un programa de intercambio estudiantil cuando visitó Tailandia con su novio. La elefanta, Phang Somboone, de 45 años, podría haber estado estresada en ese momento al haber sido forzada a interactuar con turistas fuera de su hábitat natural. La policía tailandesa ha acusado al mahout bajo el cuidado del animal.
Bañar elefantes es una de las actividades con animales que realizan los turistas en Tailandia, que cuenta con unos 3.000 elefantes en cautiverio. El Centro Koh Yao ofrece paquetes de “cuidado de elefantes” que permiten a los turistas cocinar, alimentar, bañar y caminar con los elefantes. Estas actividades interrumpen los comportamientos naturales de aseo y exponen a los elefantes a un estrés innecesario.
World Animal Protection (WAP), una organización benéfica internacional de bienestar animal, ha instado a Tailandia a dejar de criar elefantes en cautiverio y explotarlos para la industria del turismo. La organización benéfica afirma que más de seis de cada diez elefantes utilizados para el turismo en Asia viven en condiciones “gravemente inadecuadas”. WAP le dijo a la BBC: “Estos animales inteligentes y socialmente intrincados, con capacidad para pensamientos y emociones complejas, soportan un profundo sufrimiento en cautiverio, ya que sus estructuras sociales naturales no pueden ser replicadas artificialmente”.
No todos los centros que se llaman a sí mismos santuarios son verdaderos santuarios para los animales, como muchos zoológicos o circos de algún tipo disfrazados de santuarios que explotan animales en cautiverio para el turismo.
Jason Baker, vicepresidente senior de PETA, dijo en un comunicado que “tales incidentes resaltan los peligros tanto para los humanos como para los animales. Cualquier ‘santuario’ que permita a los humanos tocar, alimentarse, bañarse o interactuar estrechamente con los elefantes de cualquier manera no es un lugar de refugio para los elefantes y pone las vidas de los turistas y los animales en peligro crítico”.







